El Espectador / Foto Vicente Juan
La Hermandad de Santa María Magdalena de Hellín se ha visto envuelta en una serie de eventos controversiales en los últimos meses, destacando la convocatoria de nuevas elecciones por parte del vicario, Julián Ros, que prolongó el período de inscripción para elegir al nuevo hermano mayor hasta el 10 de febrero. Sin embargo, el proceso electoral estuvo marcado por la confusión y la exclusión de miembros de la Hermandad, generando dudas sobre su legitimidad.
En estas elecciones, Emilio Sánchez resultó ganador, pero surgieron disputas sobre la representatividad de los votantes y la validez del proceso. Estas votaciones han generado confusión y tensiones debido a la falta de claridad en los procedimientos y a las restricciones de acceso al lugar de la votación, el Convento de San Francisco, donde personas afines a la candidatura apoyada por el vicario estaban distribuyendo papeletas.
Además, hubo un intercambio de correspondencia entre Emilio Sánchez y Rafael Tomás Cuesta, actual presidente de la Hermandad, sobre la cesión de los bienes patrimoniales. En los primeros contactos no se llegó a un acuerdo debido a discrepancias sobre la propiedad y las condiciones de la cesión.
Finalmente, para garantizar la participación de la imagen de Santa María Magdalena en la Semana Santa de Hellín, se llegó a un acuerdo y se entregó un documento formal de disposición de los bienes a Emilio Sánchez, destacando el compromiso de la Hermandad con la preservación y el cuidado del patrimonio.
La situación ha generado reflexiones sobre la gestión del conflicto, la necesidad de adoptar estatutos canónicos y el papel de la Iglesia en el proceso. Se han planteado preguntas sobre la legitimidad de las acciones tomadas por ambas partes, la forma en que se condujeron las elecciones y las negociaciones sobre los bienes patrimoniales. En resumen, la Hermandad de Santa María Magdalena de Hellín se enfrenta a desafíos significativos en su búsqueda de estabilidad y unidad.
