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Porque no hay un cuento que sirva para decirte adiós… Rosalía Clemente Requena

Por Sol Sánchez

Después de muchos años sin vernos, tuve la suerte de reencontrarme con Rosalía a través de las redes sociales.

Seguía mis escritos y los comentaba, y en algunos me escribió: te quiero.

Nos levantamos un día y recibimos esa noticia, que aún esperada, nos deja atónitos: una gran amiga, compañera, madre, abuela, esposa y paisana se ha ido.

Me siento frente al ordenador y pienso que debo escribirte un cuento para decirte adiós.

Seguro que te gustaría…, aunque no tengo muy claro que lo vayas a leer.

Al menos no inmediatamente, porque en tu viaje, y en apenas unas horas, seguro que ya te has convertido en Hada de los bosques, y tendrás que gobernar a ejércitos de abetos, halcones, y ardillas.

Y deberás organizar a las estaciones del año, y buscar el cauce de las lluvias, y jugarás al escondite con las espesas nieblas y pondrás nombre a las mariposas y cultivarás las flores silvestres y harás jardines.

Y te quedarás embelesada con el canto de los ruiseñores, y la brisa de la libertad más absoluta, y contemplaras la Luna muy cerca y desde el lugar en el que más brilla.

¡No, ahora no es el momento en el que leerás mi cuento!

Y después…, cuando te vayas de la inmensidad de los bosques, estoy segura que irás de estrella en estrella, desvelando las incógnitas, buscando los misterios.

Porque a buen seguro, te harás amiga del Universo y por tu manera tan especial de hablar, y esa cercanía tuya, te desvelará el porqué de las ausencias, de las pérdidas, de esos viajes infinitos.

No, Rosalía…, no leerás mi cuento tan pronto como yo quisiera.

Porque llegará el otoño, y en algunos lugares recónditos comenzará a caer la lluvia y la nieve, y tú jugarás con las ilusiones, y con ellas harás una guerra de bolas y construirás muñecos y te lanzarás en trineo, y estarás tan cansada que te irás aún más lejos.

Y con la caída de las hojas y los días más cortos, tampoco leerás mi cuento.

Porque ya no hay horas en los relojes del tiempo, y tú no tienes prisa y llegará la Navidad y querrás conocer la fábrica en la que trabaja Papa Noel, y el lugar en el que se inspiran los Reyes Magos, y los ayudarás a diseñar, y crearás amor, porque eres experta en ello y visitarás en algún Paraíso a todos los nuestros, y estarás tan ocupada que seguirás sin leer mi cuento.

Porque tú, con ese corazón tan grande que siempre has tenido correrás a salvar a muchos niños y en la oscuridad tendrás que contarles tus propios cuentos.

Y entonces: ¿Qué hago yo con mi cuento, Rosalía? ¡Claro…, ya sé! Volverás en Semana Santa.

En ese instante en el que escuches el repiqueteo de un tambor. Será la música eterna que cruce hasta las estelas del tiempo y te encuentre, y te recuerde que aquí estamos; y aunque hayas conseguido ser el Hada de los bosques, saltar de estrella en estrella y tener confidencias con el Universo…, te asomarás a este tu pueblo y a pesar del tiempo te darás cuenta que no te hemos olvidado.

Y le dejarás un beso lleno de amor a tus nietos, y un abrazo de confianza perpetua a tus hijos, y tu nombre brillará en este mundo virtual y te pararás unos minutos a ver (mi) tu cuento y te sentirás muy feliz al comprobar que te queremos.

Y me dejarás un comentario, como siempre, y me dirás entre suspiros y alientos:
“No Sol, no me escribas un cuento con adiós…, porque yo no me iré del todo.

No me escribas un cuento con tintes de tristeza y derrota…, escribe para mí cuentos felices y bonitos que me lleve al Cielo y se los pueda contar a los Ángeles pasajeros”.

Y yo, te escribiré ese cuento que sólo hablará de cosas hermosas, de tu paso por este Hellín, de aquellos días en los que acompañabas a muchos niños en ese autobús de la solidaridad que nos unió. Hablará de tu fortaleza, tu profundo sentido de la amistad, tu empatía, tu dignidad, tu fuerza y esa relación tan humana y profunda que mantenías con tu familia.

Un cuento en el que al pronunciar tu nombre nos haga sentir dichosos, porque todo el que te conoció guardará una historia de amor a tu lado:
Gracias Rosalía Requena Clemente.

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