Por Sol Sánchez
Es admirable comprobar cómo algunas personas cumplen años y no lo hacen con la mente y el corazón, incluso nadie adivinaría su edad al mirarla a la cara.
¡Es como un pacto con la Naturaleza, con la propia vida!
Me gusta hablar de la hellinera Loli Ortega Tercero. Una mujer capaz de ser a la vez: madre, compañera, abuela, amiga, vecina y parte de muchas asociaciones.
Loli tiene un carácter alegre, cercano, con sentido del humor. Mezcla los bolillos de antaño, con las nuevas tecnologías. Deja su voz en el aire al ritmo de la “Coral”, baila, sueña, emprende, descubre, busca y encuentra. Loli representa a las mujeres que saben que el tiempo es oro, a las personas que quieren vivir intensamente y siempre con una sonrisa dispuesta para todos.
Es maravilloso poder disfrutar de una generación que ha vivido tantos cambios.
Poder calarnos de su sabiduría y al mirarla comprender parte del sentido de la vida y una nueva filosofía que nos hace aceptar que la tercera edad ya no existe. Que aquellos que saltan de los setenta, ochenta…, son una nueva especie de “adolescentes” capaces de amar a tope y recorrer el mundo si hace falta. Que gracias a ellos muchas familias han podido superar la crisis social que hemos vivido. Que son un nudo que unen el pasado, sus tradiciones, valores y forma de vida con el presente en el que todo se tambalea sin una dirección concreta.
Me gusta sentarme con Loli a tomar un café y valorar el sentido de lo familiar cuando llega con un bizcocho entre sus manos que ella misma ha cocinado.
Me gusta observar su coquetería, su femineidad, su agenda que al leerla me abruma.
A veces al evocar su recuerdo la imagino sentada en la cafetería “Reina Victoria”, bajo la luz de una tenue lamparita, sujetando con una mano su taza de café y con la otra manteniendo un cigarrillo mientras que juega a lanzar el humo consiguiendo formas en el aire. Una imagen similar a Agatha Christie componiendo en su mente una de sus novelas. Me gustaría encontrar la respuesta al preguntarme a mí misma: ¿Cómo puede con tanto? ¿De dónde saca la energía?.
¿Hasta qué lugar en el mundo la trasladan sus pensamientos? Pero la única respuesta que tengo es la certeza de que, afortunadamente, ya no existe esa parte de la vida en la que nos arrinconamos y nos olvidamos de vivir. En la que somos más el centro de atención que parte del olvido. En la que las emociones tienen vida y no existe un otoño perpetuo. La certeza de que me encanta tener amigas como Loli que antes de que yo llegue…, ellas ya han vuelto y me cuentan…
Que pueden ser madres protectoras y hermanas confidentes a la vez.
Sigue Loli y cumple toda tu agenda. Esa en la que cada día hay un nuevo proyecto que se cumple y otro que se inicia. Sigue mientras que el humo siga construyendo figuras en un aire que no tiene límites ni edad.
