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La encrucijada de los barrios de la Ribera y el Calvario

Por M. A. Tomás

El pasado jueves se inauguraba en nuestra ciudad unas jornadas etiquetadas como de Formación Familiar, dirigidas a los barrios Calvario y Ribera con la finalidad primordial de conseguir su integración a la sociedad hellinera, algo que, según muchas opiniones, no va a ser, ni mucho menos, fácil de conseguir.

Precisamente días pasados, con anterioridad al anuncio de estas jornadas, habíamos tenido una larga conversación con dos personas que conocen bien el barrio, asiduos visitante del Convento San José de las Misioneras de la Caridad y la Providencia, que nos hablaban sobre las circunstancias que se viven en aquel lugar, enclavado en pleno barrio del Calvario, pero cuando les pedimos que, si tan castigado estaba y tanto les dolía la situación, sacaran a la luz todos esos conocimientos, optaron por mantenerse en el anonimato por razones obvias.

Sus palabras, iban remarcadas por un tinte poco menos que dramático, hablaban de roturas de cristales, robos en el pequeño huerto que tienen en sus dependencias, golpes en plena noche, molestos ruidos nocturnos que no dejaban conciliar el sueño, en fin una serie de circunstancias que no ayudaban a la vida cotidiana de esta congregación, con muchos años de existencia en Hellín que, también por estas circunstancias, han visto reducidas al mínimo sus actividades.

Así mismo afirmaban que por un motivo que no lográbamos entender, los cuerpos de seguridad se inhibían en algunas ocasiones a la hora de intervenir o no quería atender las llamadas o que cuando eran atendidas ya no servía para nada, pues los autores de los desmanes habían desaparecido.

Vivir de espaldas a la verdadera situación

Al oírlos, lejos de pensar que estaban exagerando en su exposición, no dudamos de su veracidad, y aunque en algunas ocasiones habíamos oído rumores sobre esta preocupante situación, no pensábamos que el problema estaba tan enquistado.

Así tuvimos que reconocer, que como la mayoría de los habitantes de esta ciudad, vivíamos completamente de espaldas a lo que en aquel entorno acaecía, para ello nos venía como anillo al dedo aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente”.

Cuando se presentaron estas jornadas pensamos que quizás, como anunciaba el concejal de Servicios Sociales, Emilio Pinar, se estaba empezando a andar un camino, pero un camino que necesitaba la compañía de todos.

Antes de dar a conocer el programa el concejal, reconocía que estos núcleos de población necesitaban con urgencia una actuación integral de todos los agentes sociales implicados, con el fin de analizar la situación actual y poder planificar actuaciones integradas y coordinadas para incidir en la problemática que se vive en esta zona de la ciudad, desde hace muchos años, antes de que fuera demasiado tarde.

Marcharse de la zona para poder vivir en paz

Como un ejemplo más nos llegaba a la memoria unas declaraciones del concejal Javier Morcillo hace unos meses, que añadían preocupación al asunto.

“Los vecinos del barrio del Calvario han venido en multitud de ocasiones a comunicar que sigue existiendo inseguridad, que siguen existiendo actos de vandalismo, que muchos de ellos después de estar más de 30 años viviendo en el barrio, van a tener que marcharse a otras zonas para poder vivir en paz”.

También hace poco llegaban las quejas de los comerciantes que montan sus puestos en el mercadillo de los miércoles, que se negaban a instalarlos en esta zona los días que el Recinto Ferial estaba ocupado, debido a los continuos robos que sufrían.

Ahora habrá que ver si estas jornadas sirven para algo, si esos problemas que enumeraba Ramón García en esta apertura, tienen solución. El alcalde de Hellín habába de pésimos accesos al barrio, desempleo de larga duración, ingresos por debajo de la pobreza, escasa motivación en los niños y jóvenes en la asistencia a los centro de educación, con un elevado absentismo escolar, familias con problemas de restructuración o personas socialmente aisladas, por razones culturales y étnicas, conflictividad vecinal, menudeo, tráfico de drogas, desconexión con el resto del núcleo urbano, o inseguridad ciudadana.

¿Quién da más?
Vamos a esperar que todas esas bases que se intentan establecer para la intervención integral, cuando se realice el balance después de una profunda reflexión sobre el diagnostico que hagan los expertos de la situación de los barrios, puede servir como piedra angular para poner en marcha soluciones autenticas.

Si no es así, estos barrios, una parte importante de la ciudad, podrían acabar convertidos en un incontrolado gueto.

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