El portavoz del grupo municipal de Izquierda Unida, Javier Morcillo, presentaba días pasados una moción en el Registro del Ayuntamiento de Hellín instando al Gobierno de Castilla-La Mancha a que retire su propuesta para llevar a cabo una nueva reforma electoral.
Así quieren que se retorne a la reforma del estatuto y las normas electorales mediante un proceso abierto donde puedan participar todas las formaciones políticas, colectivos sociales y sindicales, expertos en materia y personas individuales.
Esto serviría, según explica el concejal de IU, para impulsar esta reforma sin limitaciones injustas y antidemocráticas que respeten de forma clara los principios de proporcionalidad, representatividad, igualdad y pluralidad política, consiguiendo así “la circunscripción electoral única y el reparto proporcional de los escaños según los votos obtenidos.
Exposición de motivos
Morcillo en la exposición de los motivos de esta moción asegura que “el Partido Popular se propuso, bajo la cínica bandera de la reducción de costes para la ciudadanía, modificar el estatuto de Autonomía con la única finalidad de cambiar la Ley Electoral, situando entre 25 y 35 la horquilla de diputados a elegir en las cinco circunscripciones: Todo este movimiento siempre en solitario (primer estatuto aprobado por un único partido), sin ningún tipo de negociación o información a otros partidos castellano manchegos”.
Más adelante afirma que con esta reforma el gobierno de María de Cospedal no busca un ahorro económico ya que este hubiese sido más significado reduciendo los asesores elegidos a dedo que cuestan cerca de 700 millones de euros a Castilla-La Mancha, mientras el presupuesto de las Cortes regionales apenas supera los 8,5 millones de euros.
El coordinador provincial de IU, califica esta reforma como antidemocrática; inconstitucional; que va contra la dignidad de las personas, que pretende perpetuar las políticas liberales y enmascarar la corrupción, “porque limita el control democrático y la transparencia en la acción del gobierno y ahonda en el déficit democrático y entierra cualquier atisbo de regeneración institucional”.
Por último Morcillo propone caminar en dirección contraria a lo que supone esta reforma, reformando las normas electorales para que garanticen una democracia representativa, de calidad, en la que todos los votos tengan en mismo valor.
