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El Prendimiento, La Gracia y el mundo de ayer

Amado Giménez Precioso

A través de una gran verja de hierro, dejando una carretera adoquinada, entraron, hace ahora setenta y cinco años. En el patios de la antigua fábrica de harinas La Gracia las figuras del paso de El Prendimiento, el maravilloso conjunto escultórico del gran artista Federico Couyaud-Varela.
Tengo recuerdos y, sobre todo, impresiones de un niño, pero tan vivas que están grabadas en el recuerdo hasta hoy. El paso no venía montado, las figuras venían embaladas y una maravilla se producía cada vez que bajo el embalaje aparecía una figura. Recuerdo, en especial la del imponente sayón que amenazante avanza la mano para prender a Jesús. Una vez montado el paso salió, pienso, hacia la parroquia de La Asunción.

Había alrededor del paso que se iba montando mucha gente, empleados y miembros del gremio de panaderos. Recuerdo algunas de aquellas personas que, con frecuencia, venían a la oficina de la empresa para encargos o para charlar, porque aquella oficina y sus patios también eran un lugar de encuentro y de conversación.

La Real Cofradía de El Prendimiento surgía, como sabemos, de la iniciativa del sector de la harina y panadería de Hellín. Mi familia, como propietaria de La Gracia, estuvo durante muchos años vinculada a aquélla. Yo y algunas de mis hermanas participamos durante años en las procesiones con nuestras túnicas de El Prendimiento. Creo que mi tío Francisco Giménez Rodríguez fue el primer Hermano Mayor de la Cofradía.

El pasado 14 de marzo tuvo lugar, el acto de descubrimiento del azulejo conmemorativo de la llegada del prendimiento a La Gracia. El Hermano Mayor de la Real Cofradía, Carlos Valverde, tuvo la deferencia de invitarme a participar en él. La iniciativa recordaba la vinculación de El Prendimiento con la antigua fábrica de harinas. La ocasión trajo también el recuerdo de viejos amigos; la asistencia del Alcalde al acto me trajo a la memoria su padre, Víctor Serena, con quien tuve la suerte de compartir, junto con otros amigos, excursiones y charlas, hoy gratos recuerdos.

El precioso azulejo fue colocado justo donde se estaba la La Gracia. En uno de sus extremos se reproduce la fachada del armónico e imponente edificio. Hoy es el único recuerdo de su existencia, salvo la memoria y antiguas fotografías.

El tiempo transcurrido y el desarrollo urbano han cambiado algunos perfiles urbanos como la “carretera de la Estación” con sus adoquines, casas de dos plantas y La Glorieta, que abarcaba una mayor extensión que la de hoy.

 

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