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El milagro del Teatro Victoria (II)

El Espectador

Hace unas semanas el Teatro Victoria de Hellín cumplía 75 años. Como recordarán nuestros lectores, este edificio, construido bajo la dirección del arquitecto, fue inaugurado el 3 de marzo de 1949. Para esta efeméride, los propietarios de esta sociedad, encabezada por José Guerrero Guirado, eligieron la película “Días sin huellas”, una cinta norteamericana que había sido premiada con cuatro Oscars e interpretada por Jane Wyman y Ray Milland.

Recuerdo que en aquel artículo, publicado en el espacio denominado “El espectador” el 21 de noviembre de 2015, con el mismo nombre que el que estoy escribiendo en estos momentos, decía:
“El Teatro Victoria no deja de estar de actualidad. Si el pasado 11 de octubre, hace poco más de un mes, recibía el Premio Nacional Gregorio Arcos, concedido por la Asociación Nacional de los Amigos de los Teatros Históricos de España (AMITHE), en el Teatro Circo de Albacete, que recogía en nombre de la Fundación Conchi Ramírez de Arellano, pronunciando, a pesar de los pesares, unas preciosas palabras de agradecimiento. Agradecimiento no solo al jurado, también o más, a todas esas personas que habían hecho posible lo que muchos, gentes de poca fe, no creían posible, una especie de milagro, como ha sido sacar el teatro de la inanición, el inmovilismo, el deterioro y la más que posible desaparición, pasando a un lugar cercano al olvido, como le ocurrió a sus honorables colegas: Principal, Olympia, Parque de Atracciones Jiménez, Levante, Español y Gran Vía”.

Más adelante, tras recordar a doña Manola Labrador, que a sus 104 años recibía un merecidísimo homenaje de la Asociación de Mujeres Empresarias de Hellín (AMEDHE) por su trayectoria empresarial, indicaba que no iba a extenderme en la pequeña historia del Teatro Victoria, pues ya lo había hecho en 1997, cuando publiqué en el semanario La Semana la “Historia del Cinematógrafo en Hellín”. Sin embargo, sí daría una serie de datos necesarios, como la muerte de su promotor y propietario, José Guerrero Guirado, el 22 de noviembre de 1971, obligando a doña Manola a hacerse cargo del negocio hasta el cierre, que parecía definitivo, el 29 de noviembre de 2007.

Unos años antes, en 1997, en el texto de aquella historia referida sobre el cine, escribía:
“De aquel esplendor, solo nos queda un Teatro Victoria que milagrosamente sigue proyectando películas, de aquel magnífico local que se inauguró en 1949, hace 48 años; queda un cine viejo con necesidades de reforma y con la amenaza latente de cierre. Por eso los responsables municipales, que ya perdieron la oportunidad de restaurar el tristemente desaparecido Teatro Español, del furor de la piqueta, deben permanecer alertas por si fuera necesario intervenir. Hellín no debe quedar sin un teatro, tan necesario para su desarrollo cultural, sin una sola sala donde aún se pueda apreciar con todo su sabor la magia del cine. Ojalá que esta historia pueda seguir, más pujante que en la actualidad, como mínimo cien años más”.

Por eso, cuando leí las palabras de Conchi, me di cuenta de que ella, junto a Gloria Andújar, Teresa Fernández, María Jesús López y Javier Guerrero, habían logrado el milagro que pedía por aquel entonces. No puedo olvidar en este escrito de agradecimiento a los hijos del matrimonio José Guerrero y Manola Labrador, que, unos más y otros menos, han colaborado en esto. Ahí está Mavi como presidenta de la Fundación Teatro Victoria.

Ahora, todo está en marcha, ellos han conseguido que el Teatro haya vuelto a ser un referente en la vida cultural y lúdica de nuestra ciudad. Han superado con creces y elegancia todos los obstáculos y alguna que otra zancadilla que llegaba de donde menos debiera. Por eso, muchas gracias por vuestra impagable dedicación y… ¡Larga Vida al Teatro Victoria!”.

Han pasado años desde que este grupo de personas se echaron sobre sus espaldas la responsabilidad de mantener vivo el Teatro Victoria, pero esa responsabilidad va dejando su huella y no sabemos lo que puede seguir, sin que, yo sepa, exista algún relevo cercano.

Lo que sí sabemos, por fuentes dignas de todo crédito, es que desde el Ayuntamiento de Hellín y a través de su máximo representante, Manuel Serena, se han mantenido contactos y conversaciones con algunas de las responsables del grupo en las cuales se ha atisbado la posibilidad de que se pueda llegar a un acuerdo para que ¡por fin! el organismo municipal hellinero se haga cargo del teatro.

Esperemos que esta no sea una “bocanada de espíritu” como las que en el poco tiempo que lleva como máximo responsable del Ayuntamiento nos ha ofrecido el señor alcalde. Si es así, no nos extrañaría que en poco tiempo, la noticia triste de su cierre definitivo venga a ocupar la primera página de este semanario.

 

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