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Cuentos al calor del Otoño en Hellín

Sol Sánchez

Feliz mes de septiembre.

Esta semana os quiero contar algunas cosas sin liarme demasiado. Hace unos meses os hablé de mi libro: “Hellin, la Villa encantada”. Os conté que ya estaban finalizadas sus 700 páginas, trabajo de dos años, y que mi intención era presentarlo en agosto. Un amigo me comentó que no era el mes más apropiado y pensé que llevaba razón, por lo que lo aparqué y espero publicarlo en los próximos meses.

Desde entonces no he dejado de escribir y escribir…, lo hago en las servilletas de las cafeterías, en las páginas que quedan en blanco en los libros. Escribo en mi mano a falta de papel en esos momentos. Por alguna razón tengo mi mente llena de ideas que intento plasmar y dar forma. Y así, sin darme cuenta, he conseguido finalizar otro pequeño libro de 200 páginas, compuesto por cuentos cuyo escenario es nuestra querida tierra hellinera.

Ya sabéis que a la hora de publicar un libro los precios se elevan, y a mí, me apetece mucho que todos los hellineros y hellineras que lo deseen lo tengan, me conozcan y sepan de mi forma de escribir. Por eso este pequeño trabajo os lo voy a regalar para que si lo deseáis, una vez descargado en vuestro ordenador, o lo podáis imprimir.

De momento me apetece pedirte un favor:

En estos tiempos en los que en la realidad parece que ha desaparecido la magia, yo quiero convertirme en la “Anciana milenaria del Otoño en Hellín”. Estaré en una vieja casa situada en el evocador barrio de San Rafael, lugar que trasciende a la sabiduría, lenguas y razas. Estaré sentada en una mecedora junto a la chimenea, a la calidez de la sugestiva intriga de una llama. Esperaré a que en las profundas noches de lluvia y viento, aparezcas siendo el niño, o la niña que llevas dentro. Te pediré que te sientes sobre la alfombra de lana, y mirando el chisporrotear del fuego veamos la mágica danza de las letras y las palabras.

Volaremos juntos por el espacio tiempo. Despertaremos del letargo a nuestro querido Hellín para cubrirlo de encantamiento, el de siempre, el de toda la vida. Nos encontraremos con personas que se fueron, abriremos los establecimientos que cerraron. Encenderemos de luces y vida al Rabal y al casco antiguo. Recuperaremos tu zompo y tirachinas, tu comba y nuestros

tebeos. Iremos al cine y a comprar “palilú”…, a ver a Chacolín. Compraremos magdalenas en la Bañona, castañas a la castañera, os presentaré al Geppetto de las letras y al Peluquero feliz, a hombres y mujeres hellineras que fueron y serán importantes. Escribiremos una y mil veces aquel papel que decía: ¿quieres salir conmigo?… Y esperaremos a que nos llegue la respuesta. Nos refugiaremos de la lluvia bajo el tejado de los futbolines del añorado “Tío Guí”, sacaremos pesetas de nuestros bolsillos y dejaremos que se nos ilumine la cara mientras pedimos deseos cuando miremos al arco iris.

Hellín no es un pueblo cualquiera. Los hellineros tampoco. Siempre he creído que de niña viví en una Villa hechizada, bajo el cielo estrellado, o la bruma de los fríos inviernos. Con los años he aprendido a ver en sus empinadas callejuelas un escenario repleto de conocidos personajes del mundo de la literatura, de historias, aventuras y sucesos inimaginables.

Soy la anciana milenaria del otoño hellinero, a la que si le das tu mano, te adentrará en la Edad Media, escucharás el ruido de las caballerías, verás las orejas puntiagudas de los gnomos, compartirás minutos con monstruos de la Mitología Celta, tomarás café con ilustres hellineros y pensarás que aquel “afilaor” que recorría nuestras calles hellineras de la niñez, era un hombre que creaba estrellas al afilar los cuchillos.

Hellín…, Pueblo de ruinas, aljibes y almazaras. De lealtad y nobleza. Pueblo de acequias, de huertas, de olivos, de chimeneas con vida, de ermitas y Santos. Pueblo de parras, de caballones y cerros, de amplias llanuras. De canastos, sogas y vasijas. De callejuelas que suben y bajan. De plazas y juegos. De chiquillos avispados y sabios ancianos. Pueblo de tradiciones, devociones, reservas y sapiencia. Nacer en Hellín es un privilegio sagrado.

Mi segunda petición es la siguiente: ¿Conoces a Ebenezer Scrooge? Seguro que sí, pero si no es así, me gustaría que escribas su nombre en Google y veas su cara, y conozcas algo de él. Dentro de muy poco estará en Hellín y te lo contaré en estas páginas:

“Cuentos al calor del Otoño en Hellín”.

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