José Alarcón Molina
En vísperas de la Navidad 2018 se recibe con mucha alegría la grata noticia de que el Tambor ha pasado a ser “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, concesión otorgada por la UNESCO. El mayor reconocimiento a escala mundial, que nos obliga a preguntarnos ¿y ahora qué?. Porque el instrumento base de nuestra gran celebración, la Semana Santa, debe tener la “las mayores consecuencias favorables” para las Ciudades y Pueblos donde el “Patrimonio Cultural Inmaterial” ya es una permanente realidad. Las poblaciones implicadas tendrán que formar parte de una gran Asociación que “Reglamente los pasos a seguir para un Proyecto que debe dar los beneficios derivados del nombramiento conseguido”.
El objetivo principal está Oficialmente en marcha: “El reconocimiento mundial del Tambor como Patrimonio Cultural”. Ahora habrá que analizar los pasos que deben darse para que el espectacular reconocimiento no se “quede en los papeles”. Y ya que en España se reciben más de 75 millones de visitantes al año (eso ha ocurrido los cuatro últimos años), será oportuno que una gran mayorías de esos “turistas” conozcan nuestras costumbres y tradiciones. Una de las cuales, “el uso del Tambor en fiestas y épocas señaladas del calendario festivo ha sido reconocido por la UNESCO, como un Patrimonio Cultural”. HELLIN, AGRAMON (Hellín) y TOBARRA tendrán que nombrar unos representantes que lleven la voz, y hasta el voto, a las decisiones futuras que se tomen “sobre el reconocimiento del Tambor que ha hecho la UNESCO”.
Estamos muy cerca de las Navidades 2018. Y aunque no estamos libres de “preocupaciones sociales”, no vamos a recordar los problemas que nos rodean para aumentar esas preocupaciones, porque creemos que es una ingratitud “echar más leña al fuego de lo que nos inquieta”, en un tiempo tan festivo y familiar como son las próximas fechas del Año que está acabando. Y que tienen una entrada festiva como es el día de la Constitución, la Ley que ha mejorado durante 40 años “nuestra convivencia”. Pediremos porque la política y los políticos no olvidaran los buenos deseos de “convivencia del pueblo”, lo que sería el mejor regalo que nos hicieran los Magos de Oriente.
