Días pasados, con el llamativo título de “La triste película de la España sin cine”, el diario EL PAÍS publicaba un extenso artículo firmado por TKonch y G. Belinchón, donde se hablaba de las grades ciudades de España donde no existían ni una sola sala para proyectar películas, entre ellas Móstoles y Algeciras, con 206.589 y 121.133 habitantes respectivamente.
Los periodistas añadían que estos algecireños y mostoleños no están solos en su orfandad cinematográfica, pues 17,7 millones de españoles, más de un tercio de la población, viven en una localidad donde no hay cines fijos, según el informe de AIMIC (Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación). Una estadística que se refiere en su aplastante mayoría a los municipios de menos de 50.000 habitantes.
También escriben, que además de las nombradas, hay otras poblaciones como Parla (125.898), Santa Coloma de Gramanet (117.597) o Avilés (79.514), que tampoco tienen ninguna sala de proyección y sus vecinos si quieren disfrutar del cinematógrafo, tienen que viajar a otras localidades.
Asimismo, ante este panorama tan desolador, se muestran un tanto optimistas al asegurar que han surgido y están surgiendo, plataformas ciudadanas por toda España que luchan por llenar este vacío cuyo futuro es, como se ha demostrado en Hellín, combinar las proyecciones de película, con otros espectáculos, como teatro, danza, y actos varios.
Nosotros, por suerte, si hemos podido contar con un grupo de personas que creyó que era posible sacar adelante el Teatro Victoria, después de que se produjese el cierre, que parecía definitivo, el 29 de noviembre de 2007.
Hace unos pocos días, la Junta Directiva de la Fundación Teatro Victoria, llevó a cabo una Jornada de Puertas Abiertas, con el fin de hacer público un balance de una gestión positiva que como ya dijimos en aquella ocasión, habían conseguido no solo sacar
