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La víbora del Guinardó

Por José Torres

Había una vez una víbora que vivía en el parque del Guinardó, era un animal iracundo y codicioso que no se resignaba con su condición de reptil. Estaba harta de arrastrarse por el suelo entre la sombría y húmeda vegetación, tragando polvo, alimentándose de roedores y algún que otro gorrión despistado. Un día subió a lo alto de la grúa de una construcción, y desde allí divisó un águila a la cual pidió por favor que la subiese a sus hombros para llevarla a dar un paseo hasta lo más alto del cielo. ¡Solo un paseo corto! – le dijo – lo suficiente para sentir los rayos del sol y la frescura del aire, en definitiva para salir por un instante de su velado mundo.

¡Está bien! – dijo el águila – y posándose en la grúa la dejo que subiera sobre sus alas. El águila emprendió el vuelo hacia las alturas, con la víbora embelesada y maravillada por la experiencia.

De pronto, la víbora despertó de su éxtasis empujada por la avaricia de comerse algo más grande que un gorrión, y haciendo honor a su rastrera condición le asestó al águila un mordisco en el cuello. Al instante comenzó a sentir los efectos del veneno, y cayendo en picado le dijo a la víbora: ¿Por qué lo has hecho? si tú también morirás. Y ésta respondió: lo siento mucho águila, no puedo evitar ser quien soy, ni actuar de otra manera, es mi condición natural, sea arrastrándome por el suelo, o surcando el cielo.

“Moraleja: Ciertas personas o grupos de personas se alimentan de una ambición tan enorme que no tienen escrúpulos para traicionar y destruir todo lo que encuentran a su alcance, ni siquiera aquellas cosas que los sustenta y mantiene a vivos”.

Será una coincidencia, que no viene al caso, pero resulta que el parque del Guinardó existe, y se ubica en el barrio de su mismo nombre. Un barrio de Barcelona, en el que casualmente nació la actual alcaldesa Dña. Ada Colau Ballano, y donde vivió hasta los veinte años.

Este barrio se formó y edificó masivamente allá por los años sesenta, lo que atrajo a muchos inmigrantes que buscaban un futuro mejor. Entre éstos llegaron los abuelos paternos de Doña Ada Colau, originarios de Güel, un pueblo de Huesca, y los de parte de madre, que llegaron desde Almazán, en la provincia de Soria.

No es menos casual y si harto curioso, que Dña. Ada Colau al igual que el Sr. Gabriel Rufián, pertenezcan al gremio de los charnegos separatistas, creo. Una cosa llamativa y merecedora de ser estudiada y analizada por sociólogos y psicólogos.

En el año escaso que ejerce de alcaldesa parece haber demostrado, en sonadas ocasiones, su posible talante sectario y antidemocrático, faltando al respeto de quienes no piensan como ella, destacándose su gestión por aquello que menosprecia, no por lo que construye o soluciona.

A esta corregidora que gobierna en minoría, consentida por el resto de partidos, sólo la han votado 175.000 personas, de un total de 700.000. Y con estos números se atribuye el poder de dirigir el destino de Barcelona, ninguneando a más de medio millón de barceloneses que no la votaron.

Esos mismos ciudadanos que no se tienen en cuenta a la hora de hacer políticas que, según nos va llegando, han derivado en desprecios al Rey, a los símbolos nacionales, en insultar a la religión católica, en despreciar la tradición taurina de Barcelona, etc.

El último parto oral lo ha tenido despreciando, con mala educación y sin respeto, al ejército español. Acción que materializó en las personas de un coronel y un teniente coronel, que se encontraban en el estand de Defensa, del Salón de la Enseñanza, que organiza la Feria de Barcelona, a los que vino a decir que no eran bienvenidos por su condición de militares, y que prefería que no hubiera presencia militar.

Las Fuerzas Armadas estaban presentes en esa Feria de la Enseñanza, porque tienen para ofrecer a los/as jóvenes españoles una alternativa académica, como cualquier otra, traducida en un amplio abanico de ofertas formativas y salidas profesionales, en numerosos campos del conocimiento, con especial énfasis en aquellas disciplinas que precisan del conocimiento y manejo de las más avanzadas tecnologías.

Por eso la formación militar actual es fuente de profesionales altamente preparados para ejercer las funciones operativas, técnicas, logísticas, y administrativas, necesarias para un óptimo y eficaz desempeño de las misiones que, en el ámbito nacional e internacional, se les encomiendan.

Las Fuerzas Armadas son quienes garantizan las libertades y derechos de los españoles, son quienes preservan la seguridad de todos nosotros, en un entorno cada vez más peligroso. Y lo demuestran todos los días jugándose la vida, defendiendo la paz, y los intereses de España, dentro y fuera de nuestras fronteras, en misiones por todo el mundo en pro de los derechos humanos, y la libertad de los pueblos y naciones donde intervienen.

¿Pero que sabe Ada Colau de todo esto? Su actitud, puede ser una muestra de su ignorancia sobre lo que son, lo que representan, y que misión tienen las Fuerzas Armadas.

O quizás, también podría ser una zafia expresión de resentimiento y rabia por no admitir ni querer a un ejército que, en última instancia, jamás se doblegará ni permitirá que intereses secesionistas y totalitarios, dividan y arruinen España.

¿Qué hubiera sido del chavismo venezolano, o del castrismo cubano, sin el apoyo de un ejército domesticado y colaboracionista?

En esta hipótesis, Ada Colau y la nueva casta, pudieran atisbar el obstáculo que representa el ejército español para logar sus fines, y entre ellos sus ansias por reformar la Constitución.

Que digo yo, ese afán reformista podría estar motivado por el contenido del Artículo 8, párrafo 1 de la Constitución Española, que les debe hacer muy poca gracia, o ninguna.

Para concluir, y para que se compare, un General de División de las Fuerzas Armadas, con más de 33 años de servicio, tiene un salario de 5.300 euros al mes. Sin embargo, la señora alcaldesa desde el primer instante de acceder al cargo, sin tener experiencia ni antigüedad alguna, se mete al bolsillo un jornal de 8.300 euros mensuales. Los mismos que le paga esta pobre España, una nación que no es como aquella Roma Imperial, que se negó a pagar el sueldo a los tres individuos que mataron a Viriato, diciéndoles aquello de: “Roma no paga traidores”.

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